martes, 23 de agosto de 2016

El regreso, poema ganador del Premio de poesía "Entre pueblos". Azuaga 2016.

I

Mis vetustos tejados de niñez
bajo una torre azul atribulada.
Una calle serpiente y rociada
de recuerdos que vuelven otra vez.

Hoy mi pueblo me observa como un juez
y me busco medroso en su mirada
cuando llego a mi tierra renunciada
al palpar sin remedio la vejez.

Me marché una tarde de febrero
y recuerdo las ramas de la encina
que techaban mi cuerpo abrevadero.

Bajo un cielo de duda y de neblina
sentí el sabor del llanto pasajero
y el lento galopar de la ruina.


II

Mis zapatos adulan esta acera
donde una vez fui un niño muy risueño
y revivo en mi piel el viejo sueño
de sentir el calor de aquella hoguera.

Mas nadie reconoce la quimera
que barniza mi rumbo pedigüeño.
El pueblo se me hace más pequeño
al igual que mi alma sonajera.

La dehesa palpita en su pereza
y este sol la embadurna de caricias
y el centeno enloquece de pureza.

Las encinas conforman las milicias
vigilando el grosor de la belleza
de estas tierras nocturnas y novicias.


III

La hombruna colina me traslada
la imagen del pasado aceitunero.
Trabajos del harapo del sendero
que mi padre escondía en su mirada.

¿Dónde vuela la voz resucitada
de este túrdulo campo prisionero?
¿Quién conoce el aroma pasajero
de una libertad insospechada?

Deambulo por veredas ateridas
y no logro alcanzar lo que persigo
extraño entre mis dudas sumergidas.

Un dios embarazado de castigo
anida en estas tierras escondidas
afilando su diente de enemigo.



IV

No ha cambiado la torre de repente
ni el perfil fantasmal del camposanto
ni el olor de la risa ni del llanto
ni la piel de las aguas de la fuente.

El mismo retamal, el mismo puente,
y el mismo riachuelo de entretanto.
Frente al pueblo desnudo me levanto
rendido ante la imagen que me miente.

No ha cambiado el dibujo del barbecho
ni el mercado apurado y ambulante
ni el beso entre la tierra y el helecho.

Es mi alma anfibia y lacerante
la que mudó de piel tras este trecho
y ser ya para siempre agonizante.



                                      Javier Sachez



jueves, 18 de agosto de 2016

Olivar de Infancia. Poema ganador del Concurso de poesía "Villa de Logrosán" 2016.



I

Atrás, el pueblo encalado
sestea en su duermevela milenario
rodeado de olivos que supuran
una sangre incruenta y necesaria.

Duerme el pueblo que no acepta
mi piel descosida de su acera.
El río pasa ante mí, perezoso,
separando mi ser de los olivos,
como una fuente inversa que me inquiere
y acaricia lasciva el pedregal.

El agua deambula y en su seno
viaja el cuero líquido de mi memoria
los vocablos que tejí siendo niño
y el versículo carnal de la inocencia.

Elevo la mirada más allá del río
buscando el olivar de mi pasado
los árboles dispersos en la tierra ondulada
refrescando recuerdos de aluvión.



II

Pues sólo las imágenes redimen
del polvo ermitaño
me detengo ante el olivar arcano,
ante este ejército
de palo y hojarasca
y sobre él poso la misma mirada
que conservo de la infancia.

Sobre el olivar aletean las cigüeñas
que consiente el vientecillo infantil
y las urracas de abundancia
regalan su himno a la patria olivarera.
Allá, en el pueblo, las campanas golpeaban,
como ahora,
sobre la piel tizna de la primavera.

Los niños en tropel, el olor a gato
las nubes ilusorias proyectadas,
como ahora,
sobre el mismo olivar de mármol.
El lento perfume de aceituna
acuchilla ahora mi pellejo inmóvil.



III

Tras cruzar el riachuelo
se abre ante mis ojos el olivar infante.
Mis manos ateridas
se posan en la piel del primer árbol.

Anclado en la dulce tierra de rastrojo
el olivo semeja la bandera
que soñaron mis ancestros:
El inmóvil abanico del judío.

La verdusca leyenda del Imperio.
La despensa arábiga en el aire.
Sobre la carne estriada en pergamino
palpitan sus venas de cauce de hormiguero
mientras gime en un llanto de linóleo
su alma de fenicio adolescente.



IV

Asciendo la loma cuajada de olivar
y avanzo entre árboles preñados de futuro.

Sobre la tierra agotada de sigilos
algunas drupas han caído
como lágrimas quedas.

Allá arriba,
contemplo la sábana inmensa de verdor
el cúmulo de atriles centenarios
que sestean sabiéndose inmortales.

Contemplo el olivar
y veo en sus cuerpos
una suerte de soldados apacibles.
Olivar de nadie,
dueño de los huesos de mi infancia
que cose el barbecho con la nube.

Olivar de árboles de carne.
Milicia de un gris mediterráneo
que abriga la tierra que resume.
Hueste de apátridas soldados


leales a una causa umbilical.




                                                                 Javier Sachez


martes, 16 de agosto de 2016

Javier Sachez gana el Primer Premio "Villa de Logrosán" de Poesía"

Con su obra "Olivar de infancia", Javier Sachez ha obtenido el primer premio en el concurso de poesía "Villa de Logrosán"

Los ganadores en ambas categorías fueron:

Elena Navarro Asensio (Zaragoza) en la modalidad de relatos.
Javier Sachez García (Mérida) en la modalidad de poesía.




Enlaces:

Noticia


Obra premiada: Olivar de infancia.

OLIVAR DE INFANCIA